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viernes, 23 de diciembre de 2011

Guitarra negra.
 Luis Alberto Spinetta  





ADVERTENCIA
 Como nadie tiene conciencia del “control” de los manuscritos, y aun de existir dicha conciencia, ésta no intervendria en mi obra, sino como referencia simbólica a la licitud de la temática, propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea.
L.A.S.

Parte Primera


I


Yo nacía como un pato salvaje
pero era sólo consumación de brotes.
Era eterno mi corazón
eterna mi dicha
postrero el cuerpo para criaturarme.


Yo bebía de mi propia carne
como un secuestro de las razones no dadas.
Luego bebía de las viejas comarcas
ansiando que un suelo me proyectase desde la luz
como a un molino sensible
y el cielo me iluminaba
y yo ignoraba a los profetas.


Después me acomodaba en los látigos de la arena
detestando la sed infinita
obligándome dulcemente a echar del olvido al desierto
haciéndome fotos como ángel
como trueno
como especie inaudible de ritual corpóreo.


Y el silbido de mi viento interno,
eterno viento dentro de las uvas de las almas,
se consagró en los subsuelos del templo pagano
para perdurar en el antagonismo.
Ya que mis ramas carecen de rezos
con los que al flotar se lea el horizonte.





II


Estoy en una playa
en la que los vientos hablan a mis oídos
en la que la arena se humedece como una mejilla
y las botellas le han sido incrustadas.


Estoy tan amigablemente solo
mirando la orilla que va cambiando,
que escucho varias voces internas
y no sé cuál es la que me habla.


Es un momento para pensar en Dios
(comprender que somos parte de una
totalidad que nos contiene).


Es la hora en la que toda luz se desespera por brillar
y toda mi sombra se estremece al sentirse sabida,





VOZ DE DIOS


Oigo su gemido de papiro
de suceso que dice
de inabarcable reposo,
de pensamiento.


Y le oigo desde aquí,
desde donde sólo soy su desierto.
Oigole desde el desierto de su alma,
desde la soledad del silencio
y desde las voces de la mía.


Es una flor transparente
murmurada por sus pétalos
y vociferada por su tallo.
Sencilla es su mirada que retorna.
Todos sus colores son la luz que se ahuyenta
y su forma que se corroe.


Mas óigole decir innumerables veces:
“Yo soy de otro reino
venid a mí
venid a mí”.





III


La orquídea ha muerto
con su mano desierta e inquieta
que la ha estrangulado.


Un músico dormido
inclina su fatigada cabeza
pereciendo entre la neblina del teatro.


¡Este cuadro me asombra más que mi espejo
cuando oigo el roer de los monstruos que viran a mi cráneo!





IV


Los Puentes de mi conciencia
están desplegados de sus extremos
y flotan en el aire tibio
como cosas dispersas.


Unas tremendas manos vacías
sobresaltan mi soledad
haciéndola aún más inexistente
pronunciando a tientas
las sucesivas muertes de mi alma,
mi alma de jarrón.


Hoy veo sólo la espuma
sobre la que retozan
los enternecidos desechos de mi esqueleto.





V


Pido disculpas
a los días de Pascua
por haberme roto la boca
con el humo de la adormidera.


Pido disculpas
a la gloriosa peluca
por haberla pisado
con mi aplanadora de estiércol.


Pido disculpas
a la muerte
por haberme reído
mientras transcurría.


Pido disculpas
al enano
por haberle vomitado un calibre.


Pido disculpas
al blanco asiento
por haberle escrito
mi nombre con sangre.


Pido disculpas al ratero
por haberle robado
la joya robada
y haberla arrojado a su cráneo.


Pido disculpas
por haberme borrado
de la foto a pinchar,


Pero no pido disculpas
por la alegría que tuve
sin saber por qué.





VI


Ignoro quién era ayer yo mismo.
Quién se atrevió a venir en mí.
Pero sé quién soy ahora.
Y soy un corazón
una boca
y un espíritu.





VII


Voy a escribir un cántico
en el que la luz se funda
en el que el desierto llore
y los cielos se ondulen.


Voy a pronunciar la palabra.
Escribiré la carta para mis amigos
el grito para mis sombras
la primera raída y la última.


Encontraré tu corazón del otro lado
en el punto donde todo se junte
pues recogeré tu poema
y descansaré tu cuerpo.


Voy a buscar a la muerte para nacerla.
Alejaré de mi propia vaguedad el vórtice.
Voy a cantar a la luna rosa
Haré un verso
Prometerá mi calma.





VIII


Disculpadme
trastos y martillos
por apretaros
y conmocionaros.


Esperadme sílabas
que de tanto pronunciar
os borro.


Ved en mi al sin igual terco
resucitando su diferencia demonio.
Y al patinador,
cómico deudo,
esqueleto incierto
de un cuerpo sin brillo.





Parte Segunda





LA MUJER


Una mujer
desde otra tarde,
salpicada por un profundo espejo.


Tirada en el abismo
con sus menstruos carmín
depositados en el limo natural
con la precisión de besos.


Una damisela realmente celeste.
Vestidos de espuma dilatados,
corsés rosa,
adornos y teñidos.


Una mujer con collares
con ojos manuscritos
con pezones labiales y suaves
con sombreros de pétalos tan claros.


Una mujer dada a su propio mundo,
mundo que la deglute
y que te da los rayos.
Le da canastos con frutas e hijos,
miembros que la deshacen
y la vuelven a hacer nacer.
Barriletes en azoteas,
ligustros blancos.


Una mujer transportada es un misterio.
Donde rozan sus pies dialogan flores
y aparecen sangres.





EL MUSICO


Acongojado llora
con sus débiles dedos
la furia y el odio
y el lodo
que fue su origen.


Las cuerdas de su instrumento
como míseros revólveres
o quizá tendones de un dios ebrio,
cantan.
Y es sólo penumbras
el despertar de su hora tardía.
Y es sólo tiniebla
el entornar pequeño de sus ojos.


El músico está allí
donde el dolor no puede confundirse
con los ecos del demonio.


El músico es por fin
la tenebrosa ansiedad
de no volverse loco por el tiempo.
La vida que no recuerda nada,
el antiguo reloj en el que cayeron las lluvias.


Su soplido, fresco rechinar del abismo, cae
Y su cuerpo de quimera y cárceles
va ensordeciéndose del cielo,
y quejándose de la soledad
que pudo por lo menos haber sido incomprensible


Y así se materializan
los pensamientos del músico
como cruces que se encuentran
acostadas en el vientre.


Y locas las guirnaldas del verano
entreabren su pudor
y se escucha el sonido.





LOS LOCOS


Los locos corren
por el pasto sin gritos
por la pradera venenosa
y por la piel, entre la luna.


Y los locos giran
sin temor al mareo.
De la casa al árbol,
de la ayuda al horror.


Cuando uno de los locos hable,
los cuerdos, retozando en la penumbra,
oirán el ruido
y verán las verdades.


Los locos que parecen aprisionados
por la muerte selecta del escándalo
tienen pechos rugosos
y bordeados de lumbre.
Y los locos lo saben.


Desde su atónito lenguaje,
por intersticios de meninges espectaculares,
los locos se precipitan
a paralizar el mundo de la muerte.
Aunque más no sea,
para sentarse a llorar.


No hay soles en sus días
Y en sus noches
sobreviven los colores de un ojo que no los ha deseado.


Por eso,
y porque la ventosa de fuego
rebalsa de temor
ante la fantasía de los sanos;
el obturador de los locos está presto
como una lanza.
Y al perforarnos de una vez
con una cprtera puntada entre la vida y el cielo…





EN LA FERIA


Ternible multitud
hombres avanzando
espacios muertos.
La delicia implacable
atrayendo cuerpos contagiosos.


Sobornados para no protestar
se reducen unos a otros
en la indescifrable grieta.


Pétalos serenos
agitan su temblor aguafuerte,
respirados por ciénagas.
Respirados ellos:
¿Por qué tiemblan?


La curva colosal
de un ave rápida
y el silencio todavía más vivo
estallarán al amanecer.


*   *   *


La curva tarrena
es una esfinge
corrida en el oasis
por la lengua sedienta
que nunca intentó perdurar.


Parlanchines los cometas y el gentío.
Toboganes oidores del desecho.
Por eso, en la feria,
mediocre, el insulto es primero.





ZAGUAN


Pasan los euclidianos
satisfechos de su mérito.
Pasan los atormentados platónicos.
Los adormilados y hasta los imbéciles.


Todos consumen sombra y contornos.
Los veo partirse desde mi boca fresca.
Luego, uno de ellos tira del hilo y dice:


- ¡Pasan tiempos irreales!





EN El BAILE


Una centena de sapos
bailan alegremente.
El sol ilumina sus cráneos
tan parecidos a los nuestros
y sus uñas
tan enormemente crecidas
como las uñas de un hombre.


Una muchedumbre de piojos
ejecuta una danza
y crece la temperatura de sus corazones
tan apropiados para los agujeros
que nos sobran,
y sus risas se elevan desde el balde.


Al abrir la puerta de la casa
cesan los zumbidos y los gritos.
Entonces se ve cómo la sirvienta barre
y acomoda las alfombras
mientras la melodía que musita el jardín
retumba entre los pliegues de la rumorosa corona.





PAISAJE


La carne nieva
vestida de perla
y los rostros se cubren de gases.


Las platas adornan.
El cuero gime.
La voz se quema en el patio
de las benedictinas.


El suelo baila.
La paz es hueca.
Dentro de su humo
se gesta un diablo sereno.


La fruta cuelga.
Los trozos del cielo
vuelan por el aire.
La piel se esparce
luciendo su hueso.
Y en los aljibes de la lirnosna
un gato masca las grises monedas
y el enterrador husmea
la ventana de tierra.


La calle resbala
desde la montaña
y el enjambre del verde
descubre su panza.


La paz es hueca
la paz es falsa.
Dentro de su humo
se engendra un diablo

se carcome el topo
se infarta el pájaro.





POBLACION


Van a venir a golpear
al torpe herrero
por haber devorado a su perro
tras la fonda del paredón blanco.


Irán a encontrarse
dos amantes innatos
que no se aman
pero conocen los lugares estériles
donde precipitar.


Detendrán a los viajeros
unos pregoneros borrachos
y los desnudarán
y les robarán las joyas.


Los chicos van a venir
a celebrar en las tumbas
con sus cumpleaños de gasa
sus gorros burlados
sus pasos de nieve.


Se juntarán las tristes hormigas
alrededor del charco de la leche caída
sobre el trozo de carne olvidado.


Carninará el sacerdote sediento
los faldones de tierra
que separan las verjas
de la iglesia sombría
a la que ya nadie acude.


El lobo aullará
despertando a la gente
y sólo será su quejido
motivo de vigilia y espera.


Vendrán a quitarle los rostros
a la falsa abuela
y a la atónita bruja amnésica.





LAS HORDAS SOBRE ITALIA


Está hurneante el volcán
sereno terror de lo rojo.
Los rumores escuchados por doquier
disimulan apenas al hombre,
allá lejos,
así confiado a su agonía
por el Imperio del Retorno.


Se alza en lo alto esa brisa hirviente
que destruye las cabezas de los pájaros
en un rondar de muerte.
La noche de las hogueras
reclama soldados y difuntos.


Algunos niños han quedado dormidos
entre los senos de sus madres perdidas.
La pira estimula a los perros.
La lúes envenena e¡ agua y el vino.


Las trompetas de toda una vida
han quedado maniatadas atrozmente a sus sones,
como recortes unidos a un tallo burilado.
Las letrinas ahogadas
escogen el bazar para la compra del sol.


¡Qué eternidad!
¡Qué canción diabólica¡
¡La vastedad del silencio sería el rasguño!
¡La hecatombe sería peor!





SOCIETY


Sólo el turbio mote
del alma acorralada y absurda
diluyendo su semen
entre las carnes débiles del barro.


Los árboles corrompidos
que angostan la luz de la ventana.
La carta quemada en el hogar del hielo.


Más allá la Población épica
La que luce los colores de la guerra
La bastarda peregrinación
La imagineria humana.


Y alojados y embebidos en la triste comedia
Placeres Pagados en oro
Horas de cocktails
Deseos de asesinar en el aburrimiento.








No hay fe en un cielo de crepúsculos cerrados
Ni hay sombras en un espacio de la forma primera.








Parte Tercera





I


El peregrinaje
desata el espiritu
en el camino virtual
y lo esparce al aire
y cuestiona el lenguaje
de las cortas estadías.





II


Volvió trayendo sigilo y paz
un predicador.
Vi a su cofrade parado, regulador de enigmas.
Vi promontorios sublimes y atómicos
divisiones en el aire mismo
provenientes del sol.


Del centro de esa descripción cónica
se desprenden abismos que son repartidos.
Y el ojo del mago nunca ejecuta la vista.
El vacío no se ve, está en todo el vacio del mundo.


En esas leyendas, el predicador invita
a las madres a dejar de representar el sudor de su dios ponedor.


Y es inútil persuadirle
de que no hay tal intención
entre los hijos del mundo
que son los venenos de esa excreción.





III


A Grigori Iefimovich Rasputín


Una desesperada mueca ha encontrado el teatrero
En el fondo estaba olvidada
Aun sin estar oculta
Oscura apenas en el poro de un armiño de la casa.


- ¡Ea!, ¿qué saben ustecles?-
espeta indolente
recurriendo a la tosca pena del encubrimiento.
Y en su fina boca,
alborotado cerebro prominador,
se dibuja un ancho secreto.


Luego se va.
Ha cerrado nuestra puerta sin conocerle las manos.
Ha posado su duda y ha vuelto a sumergirse.
Es tan blanco en el polvo
como en la nieve sangrienta.


25 de enero/76





IV


Tomen del cuerpo del que corría
su viento
en el que se han trasladado sus exequias.


Inunden su alma
con la energía de toda finitud.


Pero aquel cuerpo huido,
tan sólo esos perfectos conclaves de la carne
trasladáronse al pie del Juez Supremo.


Veredicto:
Cuerpo móvil,
continuidad naciente.





V


Aquel cuerpo infantil e hirsuto
delimitado apenas por la detonación del espacio
está incrustado corno un ámbar
en el aparente cráneo del cristal del tiempo.


Y el cristal remuévese en su fluido
como pasos en la sombra.


Pero aquel inmutable ser propulsado,
aquella fascinada proyección,
escapada de la placidez de la muerte,
se ha conducido hacia la nada.


(Nada, ¿dónde estás tú en medio de esta nada?)
y de la nada se sugirió su impulso
que incumbía a todo lo inexistente.


Y desde ese rnismo estado inatómico
escapó como girniendo por el desahogo
como estirándose
todo lo inf initarnente misterioso
de nuestra respiración.





Parte Cuarta





I


Ocurre en todos los casos
en que participa la ridiculez
que se sustrae el símbolo de la idea
y queda la cosa,
pequeña cosa,
aislada sin esperanza y sin mensaje.


Ocurre en todos los casos
en que participa el ignoto
que se sueña con la psicología de un proceder
-idea estéril, acto condicionado-
sin poder evitar la deformación.


Ocurre en todos los casos
en que participa la verdad,
que se transforma todo sentido aparente,
espejo falso,
en lugares ciertos entre la nada y el infinito.





LAS MUELAS


Dieciséis muelas
adosadas
a una boca estanque.
Las llamaradas
dejaron un lugar salvaje
para morir con la lengua.


El puente de este destino de papila
es salir a contenerlo todo
como a un sorbo.


Pero no sólo se han condenado a sí mismos
los buitres de las bocas
(a veces mueren también hojuelas
que descansaban fuera de la planta).


Yo, conmovido,
vuelvo entonces a mi retina.
Veo dieciséis muelas
abandonadas allí por la ridiculez.





II


La cara pequeña
de otras ilusiones
y otros secretos
se cubre tímidamente
asumida en un cuerpo
arrebatado de luz.


Los cofres dorados
y sin magnitud
ejecutan el formato
de otro mundo indiferente a todo reflejo.


Y la herrumbre de los días
es un color que vivió en las formas,
en un error de no haber sido la propia cosa.





LA REINA


Los cabellos de la reina
asumidos a su cabeza.
Los dedales que de sus uñas hacen puntas.


El vestido dorado
sobre la piel escarlata y la corona verde de huesos y musgo.


El mal humor de la reina
cuando despertó al día
para mostrarle las marcas de la alcoba
en la que el rey la toma,


El rey no usa peto.
La reina y su pañuelo son celestes
como el principio de la noche.
Por la espesura del campo
las liebres corren hacia el sol.
Las espigas aparecen más allá de estos campos
que son su dominio,
el pobre dominio de la reina de las trenzas,
la tristeza.
El oro.





III


Disueltos los fieros
en los cobardes,
suenan a ya devorados
los ecos y las voces de las escuadras de carne.
Por estas márgenes
no hay ya más río.


Evaporo los trozos
de la porfiada línea
que el sol puede o no dibujar
sobre las formas.


Para ello y sólo entonces
acontecen los tallos.





HOMBRE DE LA TEZ ILUSORIA


Posaré la hermosa y serena cabeza en mi almohada
Desde allí verá una imagen
Un círculo con mi venturosa cabeza.


Mis manos dormidas habrán mentido
Habrán tocado la máscara de su suave cráneo
Y habrán sentido la melodía
Y habrán de creerlas un sombrero y un pájaro.


¡Las mañanas que toque se partirán en mí!…
Las lágrimas que venderé por ahí por sus almas
se reunirán en el alimento de otros seres con sed.
Y la columna de aire del idilio de los árboles
morirá con su prosa de hombre cansado de clamar.
Hombre de la tez ilusoria,
exhausto ya de clamar a través de sus ramas.


. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Yo sueño con el eterno trigal,
ese júbilo del orfebre,
y tengo un niño y un tallo seguidos a mi risa,
risa que se díluye hacia los cuatro puntos cardinales
mientras se acercan otros seres en derredor de esta
espiga distante
(yo sueño que dormitan las pasiones de un Rubens
entre pálidos labios de mujeres heridas).


¡La disfrazada falla de los sonetistas!
¡La maléfica servidumbre de los victorianosl


Otros artistas pivoteados por posesiones,
Trotadores que irán cayendo tras aquéllos
junto a sus sonidos poseídos antes.


¡La rivalidad de mi corazón se daña conmigo!





IV


Ultimamente he ingerido demasiados demonios
he practicado por los alambres,
alambres que quemaban mi corazón
y ungúentaban mi conciencia
Conciencia dormida o muerta
me da lo mismo.


Pero no sufro
ya que todo retorna
y los cuentos de oro
habrán de convertirse en realidades de un día.
Volveré a mi y la demencia retornará al antiguo sentido
de las charlas alrededor del fuego
entre las gárgolas del templo.


La luz está muda, ahora,
cuando resuena sin estrellas.
Y el campo se vuelve un papel orgánico
para desmenuzar la pequeña historia
del miedo a lo inmenso.





DESACELERACION


I


Toma tus terráqueas y ásperas sogas
y despréndete humildemente de tu trono.


Los arbustos que temblaban en la colina
se han cansado de palmotear.
Es insólita tu alma.
Tantas cosas de pie
elegidas de entre millones,
saturadas por vivir aquí.


Tantos cometas inconmensurables
Surcados de cielo (cielo, donde tú habitas).


Y los hombres, tú y yo,
un conjunto en lo absurdo.
En lo que el sentimiento de una magia
se une a la forma
alejada de toda indigencia sin vida,
comenzada a ser hacia el futuro.
Futuro que tarda en abrir sus ojos
que tarda en ansiar su trópico
que nos da de comer hasta la muerte.


II


Pero la atrofiada mandíbula…
Estamos atrofiados por demás.
Aun si no tuviéramos bocas
estaríamos comiendo carne apenas con los párpados.


III


Por la orilla secreta
Ovillan las sentencias
Rebalsa la magia
Ruedan las calles.


IV


Lo importante es que escriba cómodamente:
“Repite con la persona que amas
que eres responsable del destino”.
Brama en la penumbra de tus días.
Consigue exhalar la muerte, deslizándote,
Derroca al líder de tu maldad y ahórcalo.


V


Cántate una canción reivindicatoria
mata al hijo de los dioses
conecta tu máquina de¡ tiempo.


VI


¿Consigue aquel disfraz parodiarte más que tú mismo,
en tu carcomida vislumbre?
¿Ves naoer algo o crees que sólo hay muerte?
¡Vamos!
Rodéate de tus espejos
y cuando entumecido,
cuando despreciado por tanto abuso
y tan descarada mentira,
intentes absolverte con una ráfaga de emoción,
verás que tu corazón se pudre
irremediablemente seleccionado para caer.
Entretanto se enceguecerá la imagen de tu alrededor
quemado ya por la última farsa.


VII


Así comenzó tu propia maldición,
En tantos años de vigilia,
a través de una locura de largo tiempo,
a la que escondiste vanamente
entre tus mártires.


Y tu cara comenzó a rasparse
contra la calavera,
tiñéndose de la humedad típica de la muerte.
Y manos desconocidas
cavaron una desolada porción de tu tumba
para ser completada con unas tristes violetas.


VIII


Pensé
que habías salido de viaje
acompañado de tu sombra,
silbando,
hablando con el ti mismo.
Por atrás de una llovizna,





EL MISERABLE


Desencajados los enormes océanos de tu plegaria a nadie,
discreta palabra,
saludo al éxodo de la virtud.


Dilapidados los lingotes de tu estadio de crucifixiones.
Saciado el oro en su sed de manos malditas
Y arrojado a la turba el guisante de la demencia maestra
Bebido tu vino,
ya nada permanecerá en tu corazón.
Sus sentimientos y sus alegorías
se habrán marchado hacia el latir de otro reposo.


¡De entre las brasas de tu alberque
cantarás nuevamente tu canción diabólica!





V


¿Qué hermosas mañanas veré en esta ceguera?
¿Y qué plácido encuentro dará vueltas sin llegar al munclo?


Ahora no son sólo las memorias
las que arriman sus dibujos de diarios.
Están también los hálitos
El espiritu
Los antepasados.


Cuando esta cabeza sea atravesada por el sol,
la misma vida ondulante
sentirá estremecer su cráneo.
Y despierta, voceando su incertidumbre,
resbalará por los peldaflos
ausente de toda tenebrosa razón.
Perdida entre las especies de antaño.


Y entonces:
¿Qué voz de] cristal endulzará el alma?
¿Qué juego habrá?
¿Qué grito?





Parte Quinta





I


Hay una locura intensa
que necesita un cuerpo y una fulguración
y se desarrolla lentamente
en el tiempo
o en la eternidad de un tiempo.


Y hay otra locura
periódica,
de la sangre y el alma,
que es f ugaz como el sol,
que no admite desarrollo ni duración alguna en el tiempo.


Que es un llanto,
instantáneo resoplar del cuerpo,
y que sana, distante,
en un elixir que difícilmente se prueba.





OK


Antes de saber que era una piedra
Ese señor ya había desaparecido
Su señora husmeaba los lugares
con un velo de pena.


Pasaba delante de su propio marido, sin verlo
Volvía llorando
a dormir sus lutos con el verano que podía.


Como todo seguía igual
decidió mudarse.
Y se llevó solamente una valija como un juguete.


A los pocos meses
el marido sobrevino de la nada.
Y desapareció la piedra
sin haber sabido que fue un hombre.





MAS PELlGROSO QUE…


Penetraron inexplicablemente
quince monos en mi habitación.
Comencé a llorar,
a pedir auxilio.
Y mis vértebras hervían.


Uno de los monos tenía un revólver
y comenzó a disparar.
En menos de un minuto
eliminó a los otros catorce.
¡Ahí vi mi aventura!
¡Cómo se deslizaba fatalmente mi suerte!


Luego me habló de la muerte absoluta,
algo con lo que advertf que dañaba mi conciencia.
Me apuntaba mientras tanto
y le supliqué que se fuera.


Pero el mono me disparó a mí también.
Mientras moría,
vi renacer a los simios.
Recobraban la vida rápidamente
y escapaban de mi cuarto.





II


a José Orríes e Ibars


Con los roperos,
viviendo con los roperos,
aprendió a saludar
con ruido de puerta.


Le parecía insignificante su actividad en otros cuerpos,
siendo madera.
Veces hubo en que fue bisagra o picaporte.


El tiempo pasó enorme.
Lo único que no aprendió
fue a reír en esa situación,
pues los roperos no se oirían reír
entre tanta locura y tanta espera,


Al morir dejó dicho en un papel:
“Me voy de aquí a esperar
del otro lado de mi fin
una sonrisa de todo lo amorosamente imperturbable”.





III


Sólo los filos inesperados de la noche
con su eterna copa de negro aluminio,
su sonrisa gigante
sus párpados de abismo
sus sueños antiguos
su silencio, su muerte.


Sólo la paz que busco en esta noche:
¿Llegaré a verla, a verla en la luz?
Confirmaré la profecía de¡ cerebro.
Luego, un sueño mecerá mi mano en la brisa,


Sólo en la noche entornaré mis hendidos espejos.
Las clavijas deberán anunciarme las grietas,
las quebraduras.
El vacío interior.





AVE FENIX


En lo que recuerdo que era mi cara
veo sólo una inmensa hoguera.
Mis labios ya secos por el inienso bramar
y una palabra gritando en el cielo quemado.


En aquella forma perdida de la que recogí mi cuerpo
vi estremecimientos involuntarios y gestos de miembros vacíos.


Vi una eterna fila siguiendo cadáveres que se bañaban,
Oí una estrepitosa maquinaria sin silencio.


Entre mis petates encontré luego una carta mojada y deshecha.
Eran las plumas del pájaro que vuela sólo una vez.
Toqué pulmones de su hálilo,
imágenes con vísceras de su exhalación carnal y primera.


Y vientos nacarados y resquebrajados infinitas veces
ante la violencia de su nacimiento.





Parte Sexta





Traspasó la luz un germen que era indómito,
y atravesado éste,
vaciló un instante.


Luego recobró su paso en la marcha uterina.
Sintió que iba a producirse un momento de magia:
Una ovulación.





SONETO INTRAUTERINO


Desde el oráculo del vientre abierto se ve una placenta
Es una figura de mármol que adquiere movimiento
Apenas un espejo y un sol parecen los destellos del fondo.


A la vez, una melodía recorre el eco de este espacio.
La naturaleza realiza su descripción
Y nosotros emitimos la fe de nuestro secreto
Y se sabe que en un suburbio del abismo periamos nuestro ahogo.


Madre eterna, tu creación es serena.
Es la seda que el tiempo no corrompe.
Porque su alma vuela hacia la luz.
Porque su corazón se ilumina de magia.





EL ANGULO DE LA VIDA


El ángulo de la vida
es una semilla.
Las trabajosas hileras
que nos dieron años de respiración.


El secreto del árbol
consiste en proyectar la luz,
la luz de los rayos del cosmos
y las últimos fuerzas que resucitan desde el fuego del centro.


Y el atisbo del fin
es el desierto interminable
inmerso en la finitud
de la que nace el árbol.





II


Enumeramos ahora ciertas cosas:
CUERPO, CIELO, PALABRA y ACTO.


Cuerpo es el sinfín, donde experimentamos cada sensación por separado,
corno granos de arena y cada sensación en su totalidad, como arena.


Cielo es el punto al que nuestra vista identifica
más velozmente, por cubrirlo todo.


Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio
entre el cuerpo y el cielo.


Acto fue el de los hombres que, al verse atrapados
en el paraíso, intentaron escapar del cielo.





III


Feliz es el día
Feliz es la noche
Feliz es el cielo
por cambiar todo el tiempo
sin moverse de sitio.





MIRADA


Los pájaros en el oriente
son mensajeros de la luz.
En la continua respiración del valle
los animales han vuelto a serenarse
en sueños
Y las brisas Pasan lentamente.


Alguna trompeta, en ese amanecer,
intentará exhalar la lejania.
Es su sonido
surcando las enigmáticas plantas del verano.


Hasta que se venza esa mirada
y vuelva a caer el manto de la noche
y se entumezca levemente la nostalgia en las sombras.





IV


Intensa luz azul
de rayos y de veranos:
¿Era triste la flor que disipaste en tu viento?
¿Frágil la libélula natural?
¿Anciana la marmita de resplandores ocultos?


Agil color que serpenteas la mente:
Debiste venir con el señuelo del sol
Y hubieras descansado junto a los hombres.





V


Una eternidad después
de la consagración de nuestras estaciones
seguirnos encerrados entre instintos.


Muero toda ternura.
Estarnos siendo arrasados
por el tiempo de la vida.


El despertar se demacra junto a las actividades del sol. Todo escarba y arroja de sí mismo las basuras de la noche o de otro amanecer súbdito. – Lejos, las escorias de la vendimia infinita continúan clamando. – Pero todo está tranquilo. – Ante esa fantasmal incongruencia de borrascarse viendo a la futilidad estremecernos, sólo ha de presentársenos como visión un enorme monasterio en el que recluirnos por siempre.








Parte Séptima





DEL PORQUE DE LAS PLAYAS


El hombre que camina y no sabe lo que busca
se ha declarado arena
y podría sentirse sol entre las algas y los ripios.
¡Loco acantilado consumido y no acostado nunca!


Porque la playa es un lugar de ciertos sueños
hacia donde emigra la cabeza del enigma
y se hace sal el universo.
Atrás quedan las gaviotas, el agujero de las nubes.
Esas aguas se conservan entre el viento.


Alguien que ha jugado y se ha dormido
ya es el cielo.
Se ha tomado de sí mismo
en un abismo mudamente coloreado de cerezas.
Nadie descubre al hombre solo que no busca lo que quiere,
pero desde adentro sabe transformar.
A veces se comporta como un último lugar.
Porque sí, desde hace mucho.


Hasta que el agua le haga dientes y riquezas
y le socave el vientre de los nidos
y los ojos casi carne del éter
y el hombre ya no esté.
Por más que se lo quiera buscar, no esté
ni como piel, ni como piedra,
o esté jugando a ser como la roca.


1969





LAPSOS


Haber descifrado la madeja
Haber inquietado estos sentimiento.
Prolongado estos lapsos
Inundado estas ideas y estas palabras
Es sólo haber pasado por un aire
Sin reflejos siquiera del código del tiempo.


Todo este espacio tu, eterno,
¿verdad, antigua poesía?
anterior lucha?
lejana canción?
silueta de los labios del último verso?…


Todo este tiempo fijaron humores,
una hilera de cadencías
una cuchillada retirada del cuerpo
una herida vaciada
un leve sueño.


Y el país entre este signo
y aquél úitimo
(el último rincón mirado,
la recóndita falencia representada)
es el país de la huella.


¡Hibridez de un territorio!
Aprisionamiento entre aquella y esta `carrie”.
Intertapíado de rumores
entre eslabones y paredes
de la única poesía.
Poesía que sangra
y al detenerse abre la frontera
y sopla los papeles vacíos.
Dice denuncias de ese absoluto dios poético
dios de la miserable porción de infinito entré estas palabras
y las que vendrán.


8 – X – 75





I


El suelo era turbulento
en esa la tierra distinta y pelicular
donde las apariciones
brotan desde el suelo, como semillas.


Propondría que eran
Antiguas repeticiones
Inseparables pseudópodos de un núcleo
Mechas
Alcaloides florales
Herrumbre
Futuro.
Así viajan las delgadas hojas de toda esta retícula nueva y
húmeda del secreto onírico de aquella imagen.
Imagen en la que sucedieron y se formaron corpúsculos móviles.
Imagen en la que hubo viajes que despertaron en la ventanilla de un tren reseco.
O viajes de pasar a través del coral del cuerpo.


El ojo del sueño que es ese temporal,
el crepúsculo del sueño (de ese ventearse) su orgasmo:
¿Es exaltado por el minúsculo movimiento del cuerpo de aquella célula?


Esa contención manifiesta una húmeda vida que se mueve,
generando así que se mueva una tenue potencia de otro
teatro inexorable, no-manifiesto, no-condescendiente ni expectante.


Es lo halital
Lo que no condena
pero tiene su verde mito.
Tiene un sentimiento
Un amor perceptible
Un límite en su propia vena.





II


Invítame a complacerte
y desearle
Desmiente las carnalidades
Subyuga por entre los ecos
todo rito de aproximación
Descárname
Pues al verte huiría


Pero si al percibirle en un más allá
supieras guiarme,
yo sería tu minúscula sonrisa
y reiría.





III


Largo
hacia el cielo
morada
desdicha joven
piedra azul


Cadenas calcáreas
Bodas del río y los peces


Más allá
los inalcanzables retornos del beso


La prodigiosa estela de tu boca
retenida apenas por el oír de su palabra
contenida por la señal
contada por la poesía.





IV


Suave
renace un aire en tus ojos
que iluminan pasos diferentes.
Los rostros enloquecidos de adentro
han comenzado un descanso
un reflejo tuyo que se insinúa perpetuo.


Hueles a nube
tus caricias irán calmándome.


El destino es loco y anciano,
No dejará de perder
una costumbre de nosotros.


Cuando las horas pasan
no habrá momento ni memoria
y reiremos saludándonos.





V


Y loca tu eterna boca maquillada de verano
extraña y rebelde
nos ha dejado su beso.


Ese almizcle nos ha hechizado
Nos ha supuesto tus hermanos
Tus congéneres
Tus tatetíes
Tus dioses.


Y por enire la dificil caricia de la obra,
como recibiendo por fin la mágica verdad,
hemos comprendido que sólo somos tu retorno.


Entonces, ven, sigamos besándonos dulcemente,
pues somos tus hijos.





TU VIDA


No llegues a mí sin pronunciar mi nombre
No te acerques sin que la lluvia te haya besado
Ni los iluminados te hayan respondido
Ni pequeños pájaros azules y verdes hayan volado sobre ti.


Abre la ventana que te acechaba,
que miraba hacia adentro
y cubría tus ojos de deseos ignotos
(La virtud asomará como una seña) en los vitrales),
y al olvidar, al volver,
serás la misma.


Entonces no te acerques sin que cure tu mal.
Y huya tu muerte.
Yo soy tu vida.
Malentiénderne.





LA MUJER INOCENTE


Las calles se hicieron espesura
cuando te aventuraste
y durante el verdor
reíste de la penumbra.


Las páginas de los libros
se arnarillentaron
cuando avanzaste
y hablaste la palabra del nuevo día.


Los cánticos se entumecieron
cuando Dios hizo sonar tus labios cual gotas.


Estas remembranzas
están impregnadas de ti
porque dormiste c
uando intenté rodearme con tu noche.





VI


Sé que tú me sientes deambular en tu conciencia
Oyes cómo retozo por la pradera
con tus manos y con las mías
superpuestas en el aire que rueda al caer tu párpado.


Ves que también hay un milagro tuyo
Se abre junto al intenso pétalo de la luna.


Tu ropaje se ha trastrocado con mi visita
y se esconde como una anémona que agoniza
sin extrañar la vida.
Vida que le damos tú y yo en este infinito descanso,
este laberinto que nos desnuda
y yergue a nuestras ansias,
luces ebrias ya del vino de su estío perpetuo.
Almas a solas en su descabellado pedido.


Pero he vuelto a la placidez de mi mano,
ese sueño que se acomoda para acariciarte.
Ya no temo que un súbito girar de su dedo ocre y deforme
haga trizas el rasgo de tu pausa,








Escorias diferenciales del alma de la letra poética





I


Los enviones de la noche alientan el mensaje de los árboles con sus uvas y de las manos precarias de la tiniebla buscando el río.


Las márgenes del río, desenvueltas junto al arrebol de otras ánimas manjares, esperan a las ranas viajeras, entornando las aguas burbujeantes que son su magia de descenso y de juncos.


En el interior ae esta alma nocturna, revelada al cielo por el color de la una que recibe, los prodigiosos peces se enamoran de una danza termal, eterna propagación de cristales internos, y antes del alba se consumará para lo eterno, todo ese brillo y toda esa calma.





II


Más allá del recoveco de lo pensado,
pensado sin referencia,
que sería inútil eco de la impresión,
una voz medular recorre las vírgenes.
Enardecida, crea el oído deshipnotizador,
medita muerta como los goznes.


Las mismas órdenes a los mismos miembros.
Columpio que no se evita jamás
y es verde.
Verde igual a un deseo.


. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


La sorpresa que no se consume
está detenida en un paraje inexpuesto.
La sorpresa que no se representa
es un momento de ese paraje,
lanzados sus limites hacia aquí,
mientras las células de esto
rodean algo con su débil perímetro.
Y en ese enfrentamiento no hay conciencia
(si no hay sorpresas
si nada fue escogido, ya que nada ha servido para alguna conmoción),


Entonces, de todo,
del ser y el paraje
sólo quedan extremos.
Es la lejanía de nuestros propios dedos
la otra sorpresa
la otra colisión.


III


Se torna difícil escribir con la misma brutalidad con que se piensa.


Se torna raro advertir los desmanes de algún término equivocado, porque la valentía de estos signos nos va proponiendo otro idioma despierto.


Pero en la brutalidad, en esa orfandad de tersura de los pensamientos, de tanto drenar el adobe corrupto de los otros, no hay salvación posible que no contenga a la muerte, que necesariamente no reanime su sopor con una parálisis perfecta, quizás un shock elertrocutor o un despiadado estrellarse de corpulencia inacabada.


La totalitaria vergúenza de estos pensamientos locos, se desenmascara sólo para proyectarlos contra las fragmentadas evoluciones de la carcaza consciente, redimiendo esa incontenible borrasca animal con un grito, una contracción del gesto teatral de la sílaba.


Veo que la brutalidad del pensamiento es tan sólo otro pensamiento que se ejecuta con violencia y perece estampado contra su propia sombra como los objetos arrasados por la bomba de Hiroshima.


Es obvia la deducción: el pensamiento animal que proyectamos es tan selecto y vigoroso, que sólo dura el instante fugaz de una mariposa concebida al azar.


Pero en el atropellado desfiladero de la mente expuesta al sufrimiento de las miserias sociales distintas -por siempre distintas sean las miserias de vivir en la poesía, de aquellas en las que vivir en la poesía representa un complot para saciar al estórnago-, la soledad de estas barbaries mentales ejerce sobre el resto de los pensamientos una corriente de energía liberadora.


Por los agujeros que profanaron estos brutales delirios al detonar en su corta existencia, pasan centenares de delicadezas e idilios, y son estas prometidas certidumbres las que nos permiten iniciar y luego ahogar el verdadero diálogo con el universo.





IV


La boca cansada decantar por el cuerpo promete un silencio y entonces todo queda coronado lentamente y se trans forma en un corazón.


Los designios instantáneos del afuera quedan, por consentir que el silencio los absorba, anidados en el sereno adentro y esta mutación esencial del sonido traduce voces de estrados diferentes de alucinación, espectros vocales de otras ciudades despiertas, adosadas como palmas delebles a esta otra magnitud.


Llovió, y en la celebración que sigue a la lluvia, las criaturas nocturnas emiten una energía de misterio que no cesa de contagiar al viento para que agite alguna flor todavía despierta. Es inmensa la conoentración de las plantas, el increíble pensamiento de aquella raza callada bajo la lluvia; es tanta la fuerza de las ideas agrupándose para la descripción de esto, que no es posible ni el rumor de la menor de las nostalgias.


Solo el ulular del pelaje y la ropa, y el concierto de las llaves cerrando el candado, los rincones de las plantas sostenidas por puntos levenriente en éxtasis de agitación, columnas de órganos de pasos de ciempiés indescubribles, gargantas verdes de pistilos locuaces y cimbres de tallos.


Algunas hojas brillantes caen indistintamente alrededor. Ahora comprendo que el suave viento precipita la ea ída de las gotas apenas imantadas, desorientando al oído. Sensible concierto; todos esos ruidos circulares y claros disimulan, quién sabe por qué complicidad cofrádica de la noche, la presencia y los pasos de los fantasmas allí convocados.





V


Este verdadero poema
no ha sido resuelto aún,
pero quiere vivir bajo su forma
Aquí,
como sea.


Yo intento atraerlo hacia nosotros,
creo poder transmitir apenas un mote de su espiritu
y en ello dejo buena parte de mis comisuras.


Quizá con el tiempo
las estrofas y los versos se resequen
y musten desde entonces
un sórdido dibujar de su descreimiento.